martes, 16 de diciembre de 2014

La caja de música

Aquel domingo de agosto tan caluroso acompañé hasta el aeropuerto de Málaga a mi hermana, que se iba de vacaciones a la isla canaria de Tenerife. A la vuelta, al bajar del autobús, sentí los rayos de sol sobre mi cuerpo y con el abanico atenué el sudor que me caía por la cara.
A las tres de la tarde estaba de vuelta en la casa; muerta de hambre y de sed. Me puse a comer pensando ya en el postre, que sería un helado de chocolate. Después, como estaba tan agotada -por las altas temperaturas-, me tumbé en la cama para dormir la siesta. Entonces, sonó el teléfono: era mi amiga Carmen, que me llamaba para ver si me animaba a dar un paseo por la noche, cerca de la playa, y así refrescarnos con la brisa del mar. Acepté su invitación y quedamos a la hora prevista.
Tras colgar el teléfono volvió a entrarme el sopor y, mientras me dormía, dejé volar mi imaginación a tiempos de mi niñez, recordando la caja de música que mi madre me regaló al cumplir los diez años. En mi memoria está la bailarina que, al abrirse, da vueltas al compás de la mágica música. Yo solía aplaudir al terminar la melodía...Ya estoy cerrando los ojos para seguir soñando.
Josefina Arias
(Diciembre de 2014)

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