Fuente: Canal Lector
En el conversatorio que realizó Fundalectura con María Teresa Andruetto, premio Hans Christian Andersen 2012, pensado especialmente para las maestras y formadores que hacen parte del proyecto de Jardines Acunar, Andruetto compartió algunos consejos sobre cómo aproximar a los niños y jóvenes tanto a la lectura como a la escritura y la creatividad.
Para la creación
Andruetto realizó talleres con niños provenientes de colegios privados e instituciones públicas y centró su esfuerzo en articular al grupo para que la experiencia de los niños fuese una y se comunicaran en un mismo lenguaje sin importar su procedencia. Andruetto encontró que mediante juegos de lenguaje y de escritura era posible cruzarlos e instarlos a relacionarse entre sí. Asimismo vio que ciertos ejercicios y provocaciones lúdicas impulsaban la aparición de miradas auténticas en los niños. Su apuesta siempre se centró en la inventiva y en el desarrollo de lo imaginario para escuchar las voces privadas de cada niño contando su propia historia. También evitó todo trabajo de corrección que los estresara y los hiciera sentirse en medio de un examen.
En unos talleres de escritura con jóvenes encarcelados que realizaba junto con una artista plástica, tuvo que enfrentar el dilema entre dar rienda suelta a la creatividad de los jóvenes sin restricción alguna o impulsar la creatividad con un condicionamiento previo. En palabras de Andruetto, “al dejar a los niños libres, estos suelen anularse y en vez de hacer algo original, copian los lugares comunes que conocen, pero cuando les pones un obstáculo, en el intento de resolverlo suele desplegarse la creatividad genuina”. La manera en que los jóvenes hacen frente a los límites impuestos hace que emerja la voz auténtica de cada quien. “Siempre defiendo no dejar el campo completamente abierto porque es probable que lo que aparezca no sea lo más propio sino lo que presiona desde afuera”.
Andruetto reconoce cuatro momentos presentes en todo proceso creativo y recomienda tenerlos en cuenta en talleres con jóvenes para sacar el mayor provecho posible del poder fabulador de cada uno.
Un primer momento consiste en el estímulo de la sensibilidad al compartir otras obras, imaginaciones o creaciones que inspiren a los jóvenes y los conmuevan de alguna manera.
El segundo momento consiste en la imposición de una regla u obstáculo que impongan la necesidad de un esfuerzo y las ganas de los chicos por alcanzar una meta específica. Este momento de la creación hace que los jóvenes despierten su intelecto y pongan su mente a pensar en caminos posibles para superar el problema.
En el tercer momento habría cabida a un proceso de introspección y elaboración en el que los jóvenes generan sus respuestas personales y llevan a cabo la creación de un producto concreto.
El último momento supone la socialización de lo que cada uno ha hecho. Para Andruetto este momento es esencial puesto que en la alegría de compartir la creación, se da también la posibilidad de una retroalimentación que lleve a cada niño a perfeccionar lo que han hecho, algo así como un proceso de revisión y reescritura de la creación. Según Andruetto el proceso creativo siempre es uno de carácter inacabado que se nutre constantemente gracias al compartir con otros.
Para la lectura
Andruetto rechaza la aproximación proteccionista que suele aparecer al momento de proponer ciertas lecturas en la infancia que resalten los valores o adopten una intención aleccionadora: “Utilizar los cuentos para enseñar es de gran superficialidad. La literatura nos lleva a la complejidad y a la ambivalencia. La obsesión de los adultos de que todo lo que le ofrecemos a los niños tenga relación directa con los valores desdibuja lo literario, lo humano y la identidad; forzamos una historia a decir lo que no coincide ni corresponde a la literatura”. La literatura no se reduce a la presentación de valores y del deber ser sino que es en la reflexión que genera toda lectura en donde surgen las enseñanzas particulares y el crecimiento del lector.
“Lo importante de un libro es que lleve a sus lectores a preguntarse algo y esto es válido tanto para niños como para adultos”. No obstante esta pregunta no tiene que ser respondida, según Andruetto no es necesario comprender lógica y racionalmente todo lo que se lee: “no comprender también puede ser un campo igual de enriquecedor y suponer una zona profunda de comprensión mas allá de la racionalidad”.
Para Andruetto es necesario aprender a empoderarse de lo que se lee y a elegir qué se considera bueno sin obviar la relación personal de cada lector con un libro. Cada maestro o promotor debería confiar en su experiencia lectora para ir formando un criterio propio, pues “los libros con mayor riqueza artística y literaria no siempre obedecen a reglas esquemáticas de lo que es un buen libro para niños y hay que intentar recuperar esa mirada original que resalta lo bello que no todos han visto mediante obras que tienen un impacto emotivo en sus lectores”.
Andruetto resalta también la necesidad de desarrollar capacidades etnográficas y captar así la realidad que experimenta cada niño por dentro y por fuera del aula, es decir la familia, las lógicas de relación y las dinámicas sociales que conforman su realidad y con las que debe trabajar para incidir positivamente en su formación y escoger las lecturas que más puedan interesarle. En estos casos el libro es un mediador y el maestro lo usa para llegar no solo a un joven lector sino a atender al entorno familiar del mismo.
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