Mañana sale a la venta ¡Sayonara, Zoé!, el último libro de La banda de Zoé, que además, viene con un REGALO chulísimo!
¡NO PUEDE SER!
¡No podía ser! Tenía que estar dormida en mi cama, soñando, y aquello era una pesadilla…
Perdón por empezar de una manera tan brusca, pero no era para menos… ¡¡¡Papá y Amanda iban a CASARSE!!! Y no, no estaba soñando.
Cuando mamá nos lo anunció en la cocina, a la hora de la merienda, Kira pegó un salto como si fuera un canguro en lugar de un labrador. Y a Nic, del susto, se le abrió tanto la boca que los cereales se le cayeron encima del mantel. Y mamá ni siquiera lo regañó.
—¡Pero mamá! —exclamé—, si a papá NO le gusta Amanda.
—Yo no estaría tan segura —dijo mamá—, entonces, ¿por qué se casan?
—Porque… Amanda habrá torturado a papá con charlas interminables, tardes de compras y litros de perfume a granel hasta conseguir que le proponga matrimonio —argumenté—, o porque le ha dado un misterioso brebaje que hace que la vea como a la más maravillosa de las mujeres…
Esto último hizo que mamá se riera de buena gana.
—¡Qué imaginación tienes, Zoé!—exclamó.
—Que no, mamá —dijo Nic—. Zoé tiene razón: Amanda es maga; ha hipnotizado a papá y por eso se casan —añadió, recogiendo los cereales caídos.
—No sé si hipnotizado, pero algo así debe de ser.
Mamá no parecía muy contenta, pero Nic, Kira y yo estábamos desolados. ¡Amanda Sigaret! ¡¡¡PUFFFF!!! ¿Tendríamos que llamarla mamá?
—¡Eso sí que NO! —gritó Nic. Y los cereales salieron disparados otra vez en todas direcciones.
—Mamá o tía Amanda o Mrs. Sigaret —dije de lo más triste—. Qué más da una palabra que otra…
—Las palabras son importantes, Zoé —dijo mamá—, ya te darás cuenta. Y no, hijo, no tendréis que llamarla mamá, porque vuestra mamá soy sólo yo.
—¡Encima, ella odia a los niños! —exclamó Nic. Y esta vez tuvo mucho cuidado de que no se le escapara ni un solo cereal.
Mamá se rio otra vez y acarició la cabeza de Kira.
(…continuará)
¡A que te mueres de ganas de saber que pasa!
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