Existe un tipo de personas que cuando compra un libro nuevo, inmediatamente escribe la fecha y el lugar de adquisición, incluso su nombre. Luego, cuando llega el momento de la lectura, lo hacen con bolígrafo, lápiz o rotulador fluorescente para marcar aquellos párrafos interesantes que tampoco escapan a una nota al margen con la impresión o crítica del lector. Sin embargo, hay otro tipo de lector que considera este hábito casi como un sacrilegio y desdeñan cualquier otro tipo de comunicación con el libro y el autor más allá de la propia lectura.
Pero, ¿por qué se debe ejercer una lectura crítica, consciente, casi estudiosa? Lo cierto es que la lectura con un lapicero en la mano nos obliga a leer despacio, de manera reflexiva, atentos para marcar aquello que nos puede servir en nuestro camino como lector, escritor, etc.
Escribir en los libros es una forma de obligarnos a leerlos despacio.
“Es la contrapartida al gigantesco ruido, a la distracción global del
mundo en el que vivimos”, explica José Bernardo Benito, Doctor en
Periodismo de la Facultad de
Comunicación CU Villanueva. Ya sean poesías, novelas o libros
divulgativos, puede merecer la pena rendirse al ejemplar que tengamos en
nuestras manos, y dejarse llevar. “La relación con el libro es una
relación de amor”, explica este profesor. "Es una relación especial,
distinta a otras. Cuando lees un libro, entras a formar parte del
universo de otro. Puede incluso transformarte, cambiarte para siempre,
enfadarte, deprimirte, y hasta provocar suicidios".
Mortimer J. Adler, famoso filósofo americano, alcanzó su máxima popularidad con la
publicación en 1940 de su obra y gran éxito editorial Cómo escribir un libro. En ella se analizan los pasos necesarios para leer un libro de verdad, llegando a identificar hasta cuatro tipo de niveles de lectura, que crecen en dificultad:
- Un primer grado elemental que nos lleva a responder a la pregunta: ¿Qué dice el libro? Y si merece una lectura detallada.
- Un segundo grado inspeccional por el que aprendemos qué tipo de libro es y de qué trata en realidad, decidiendo si nos interesa en su estructura y en su concepto.
- Un modo analítico en el que nos cuestionamos el significado del libro y surgen nuevos interrogantes: ¿Es verdad lo que leo? ¿Qué repercusiones puede tener?
- Un último grado sintópico en el que somos capaces de compararlo con otros libros, conciliando o encontrando diferencias entre autores, y definiendo nuevos temas y material de reflexión.
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