Comparto con vosotros el relato de nuestra compañera Conchi Gómez, alumna del taller de escritura creativa de Marbella, que lleva varias semanas convaleciente tras una infortunada caída. Esperamos que se mejore pronto.
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Eva se levantó temprano aunque no tenía muchas ganas, pues el tiempo estaba muy desapacible. El motivo era que había quedado con María a quien no veía desde hacía mucho tiempo.
Cuando estuvo lista para salir, se puso la gabardina, cogió el bolso y el paraguas.
Anduvo por las calles estrechas sorteando los charcos que la lluvia había dejado. Cuando llegó a la esquina, cruzó para dirigirse a la cafetería donde habían quedado. Allí estaba María, esperándola en la puerta.
Al verla, Eva sintió una gran alegría, ya que tras tanto tiempo sin verse, le hacía mucha ilusión este encuentro y se dieron un fuerte abrazo.
Entraron en el local elegido por María. Olía a café, a chocolate y a dulces. María quedó ensimismada al contemplar la elegancia del establecimiento con sus paredes color cielo, sus lámparas de cristal enormes y sus alfombras rojas; pensaba que de no haber sido por María jamás habría conocido un lugar tan elegante.
"Vamos a sentarnos, Eva", le propuso su amiga. Mientras el camarero les servía el té con pastas entablaron una conversación que fue cobrando interés a lo largo de la tarde. Hacía tanto que no se veían que necesitaban saber de su vida casi desde el principio. "Cuéntame qué es de tu vida", requirió con curiosidad Eva. "Mejor empieza tú, la mía se puede resumir en pocas palabras", respondió su amiga.
- Me casé con Jorge, aquel hombre tan guapo del que estaba enamorada.
- ¿Aquel que estudiaba para ingeniero y que tenía los ojos azules? -inquirió María.
-¡Sí, el mismo! ¡Cómo te acuerdas, María! Pues tenemos una niña preciosa -continuó-, es nuestra princesa. Todo nos va muy bien. Jorge es un hombre estupendo y todavía seguimos tan enamorados como el primer día. A pesar de que todo el tiempo posible lo dedicamos a la educación de nuestros hijos, tenemos tiempo para viajar e ir a alguna fiesta que se tercie...Pero, bueno, cuéntame algo de ti.
-La verdad es que poco te puedo contar. Me saqué la plaza de maestra de primaria y estoy contenta con mi trabajo. Después, me casé con alguien que no conoces. No es que me maltrate, pero todo lo que gana lo invierte en sus vicios. Se dedica a jugar y a beber botella tras botella, lo que provoca que yo no tenga una felicidad plena. No tenemos hijos por mi miedo a no poderlos criar de manera adecuada.
La conversación derivó hacia cuestiones más triviales. Hablaron sobre el tiempo, lo que había cambiado la ciudad, la ropa que se llevaba esta temporada...Así, de la manera que saben hablar las mujeres, el tiempo transcurrió en un suspiro y cuando quisieron darse cuenta el local ya iba a cerrar sus puertas.
A la salida de la cafetería volvieron a fundirse en un fuerte abrazo, prometiéndose un encuentro próximo.
En la calle la noche ya había caído y el frío era intenso.
Conchi Gómez
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